domingo, 2 de septiembre de 2012


Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23. 

Comentario por: David Quiroa

“Del interior provienen las malas intenciones”

A veces hacemos cosas malas sin mala intención y  no somos culpables de nada.  A veces hacemos cosas buenas con mala intención y tenemos que ir a confesarnos. 

Lo que Dios juzga no son los hechos, sino las intenciones, lo que viene del interior.  Si contamos un cuento estamos “diciendo mentiras” pero como nuestra intención no es engañar, no hacemos nada malo. Pero si en silencio rezamos y le pedimos a Dios que le pase algo malo a otra persona, sí somos culpables, aunque nadie más lo sepa y aunque el Señor no le haga caso a nuestra oración.

Es más importante tener el corazón puro, sin  malas intenciones, que tener las manos limpias.

El ejemplo de hoySan Esteban de Hungría. Aprovechó su posición de rey para evangelizar a todo su pueblo.

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Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23. 
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús,  y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. 
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce. 
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”. 
El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. 
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.  Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”. 

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