Evangelio según
San Lucas 8,16-18.
Comentario por: David Quiroa
“No hay nada oculto que no se descubra”
En nuestra vida no sólo debemos ser
luminosos sino transparentes. Dios no sólo nos pide ser luz para los
demás, sino también vivir de acuerdo a lo que predicamos, porque al final, todo
se sabe.
No podemos andar por allí llevándonoslas
de muy santos, si andamos escondiendo pecados horribles. Es mejor que la gente
sepa que somos pecadores, arrepentidos pero pecadores, pecadores en camino a la
conversión, como todos, luchando por alcanzar la santidad, aunque estemos lejos
de ella.
Con esa transparencia, nuestra débil luz
puede iluminar el camino de otros. Mientras estamos ocultándonos, sólo
llevaríamos a los demás a nuestra misma perdición.
El ejemplo de hoy: San Pacífico. Humilde predicador pasó sus últimos 16
años sufriendo en soledad y silencio sus enfermedades sin
quejarse.
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Evangelio según San Lucas 8,16-18. No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener”.
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