lunes, 24 de septiembre de 2012


Evangelio según San Lucas 8,16-18. 
Comentario por: David Quiroa


“No hay nada oculto que no se descubra”
                                                                                            
En nuestra vida no sólo debemos ser luminosos sino transparentes. Dios no sólo nos pide ser luz para los demás, sino también vivir de acuerdo a lo que predicamos, porque al final, todo se sabe.

No podemos andar por allí llevándonoslas de muy santos, si andamos escondiendo pecados horribles. Es mejor que la gente sepa que somos pecadores, arrepentidos pero pecadores, pecadores en camino a la conversión, como todos, luchando por alcanzar la santidad, aunque estemos lejos de ella.

Con esa transparencia, nuestra débil luz puede iluminar el camino de otros. Mientras estamos ocultándonos, sólo llevaríamos a los demás a nuestra misma perdición.

El ejemplo de hoy: San Pacífico. Humilde predicador pasó sus últimos 16 años sufriendo en soledad  y silencio sus enfermedades sin quejarse.

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Evangelio según San Lucas 8,16-18. 

No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener”.

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