Evangelio según
San Lucas 8,4-15.
Comentario por: David Quiroa
“Dan fruto gracias a su constancia”
Tres actitudes distinguen a quienes
escuchan la Palabra de Dios: la alegría de unos, la preocupación de
otros y la constancia de los terceros. Los únicos que dan fruto son
los constantes.
Todos pasamos por momentos de felicidad cuando
descubrimos algo en el Evangelio que nos mueve. Todos pasamos por
períodos de preocupaciones por la salvación de nuestra alma.
Pero son pocos los que siguen trabajando
por el Reino de Dios aunque no estén alegres y aunque no estén preocupados.
Esos son los constantes. Lo que Dios quiere es que seamos así: firmes en
la fe, pase lo que pase y aunque no pase nada. Al final y en el camino,
daremos fruto.
El ejemplo de hoy: San Mauricio y compañeros mártires. Se calculan
6,600 soldados que murieron sin batallar a manos de sus compañeros, por
no renegar su fe en Cristo.
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Evangelio según San Lucas 8,4-15.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
“El sembrador salió a sembrar su
semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde
fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó
sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó
entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra
parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno”. Y una
vez que dijo esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.
Sus discípulos le preguntaron qué
significaba esta parábola, y Jesús les dijo: “A ustedes se les ha
concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se
les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La
semilla es la Palabra de Dios.
Los que están al borde del camino
son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus
corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras
son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen
raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo
que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las
riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no
llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son
los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan
fruto gracias a su constancia.
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