sábado, 22 de septiembre de 2012


Evangelio según San Lucas 8,4-15. 
Comentario por: David Quiroa

“Dan fruto gracias a su constancia” 
                                                                                            
Tres actitudes distinguen a quienes escuchan la Palabra de Dios:  la alegría de unos, la preocupación de otros y  la constancia de los terceros. Los únicos que  dan fruto son los constantes.

Todos pasamos por momentos de felicidad cuando descubrimos algo en el Evangelio que nos mueve.  Todos pasamos por períodos de preocupaciones por la salvación de nuestra alma.

Pero son pocos los que siguen trabajando por el Reino de Dios aunque no estén alegres y aunque no estén preocupados.  Esos son los constantes. Lo que Dios quiere es que seamos así: firmes en la fe, pase lo que pase y aunque no pase nada.  Al final y en el camino, daremos fruto.

El ejemplo de hoy: San Mauricio y compañeros mártires.  Se calculan 6,600 soldados que murieron sin batallar a manos de sus compañeros, por no renegar su fe en Cristo.

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Evangelio según San Lucas 8,4-15.
 
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola: 
“El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.  Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.  Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno”. Y una vez que dijo esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”.

Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,  y Jesús les dijo: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.

La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. 
Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. 
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. 
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia. 

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