miércoles, 19 de septiembre de 2012


Evangelio según San Lucas 7,31-35. 

Comentario por: David Quiroa

“¡Ha perdido la cabeza!” (Lc 7,31-35.)
                                                                                            
¿Acaso no es locura seguir a Cristo en estos días? En un mundo que se dedica al placer y a la satisfacción inmediata, pensar en el sacrificio y la vida eterna, suena a locura.

En un mundo dominado por la discriminación, pensar en los pobres suena más loco que cualquier otra cosa.  En un mundo de odio y guerra, hablar de amor y perdón parece tontería.

Pero cuando esa es la música que escuchamos, la verdadera locura es no cantarla.  Al final, ¿quién está más loco?  ¿El que persigue al mundo y siempre es infeliz? ¿O el que persigue a Cristo y sabe que la verdadera felicidad está por llegar?

El ejemplo de hoy: San Genaro, mártir. Se cree que su sangre está guardada en un recipiente sellado y que se licúa varias veces cada año como testimonio de la sangre de todos los mártires.

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Evangelio según San Lucas 7,31-35. 

¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?  Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: ‘¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!’.

Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: ‘¡Ha perdido la cabeza!’.  Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!’.
Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos”. 

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