miércoles, 8 de agosto de 2012


Evangelio según San Mateo 15,21-28.

Comentario por: David Quiroa

Señor, atiéndela

En general, los católicos no somos muy dados a los gritos, al menos cuando estamos orando. Sin embargo, hay sus excepciones, como la de esta mujer cananea, que no se sentía merecedora de la compasión del Señor y perseguía a los  discípulos gritando.

Pero no fueron los gritos los que llamaron la atención de Jesús, sino su fe: Ella creía firmemente que Cristo podía curar a su hija a pesar de no ser judía. 

El pasaje nos enseña que vale más la fe que la compostura porque a veces estamos tandesesperados que bajamos todos los santos del cielo hasta que alguno le dice al Señor: “Atiéndele, que ya nos tiene cansados”.  No porque lo merezcamos, sino porque de verdad creemos.

El ejemplo de hoy: Santo Domingo de Guzmán. Fundador de los dominicos, cambió para siempre el modo de predicar diciendo: “La oración hace  más efecto que todas las armas”

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Evangelio según San Mateo 15,21-28.

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.

Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero él no le respondió nada.
Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”.

Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.

Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”.

Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”.

Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”.

Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó curada. 

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