Evangelio
según San Mateo 15,21-28.
Comentario por: David Quiroa
“Señor, atiéndela”
En general, los católicos no somos muy
dados a los gritos, al menos cuando estamos orando. Sin embargo, hay sus
excepciones, como la de esta mujer cananea, que no se sentía merecedora de la
compasión del Señor y perseguía a los discípulos gritando.
Pero no fueron los gritos los que
llamaron la atención de Jesús, sino su fe: Ella creía firmemente que Cristo podía
curar a su hija a pesar de no ser judía.
El pasaje nos enseña que vale más la fe
que la compostura porque a veces estamos tandesesperados que bajamos todos
los santos del cielo hasta que alguno le dice al Señor: “Atiéndele, que ya nos
tiene cansados”. No porque lo merezcamos, sino porque de verdad creemos.
El ejemplo de hoy: Santo Domingo de Guzmán. Fundador de los dominicos,
cambió para siempre el modo de predicar diciendo: “La oración hace
más efecto que todas las armas”
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Evangelio
según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces una mujer cananea, que
procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de
mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero él no le
respondió nada.
Sus discípulos se acercaron y le
pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”.
Jesús respondió: “Yo he sido
enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.
Pero la mujer fue a postrarse ante
él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”.
Jesús le dijo: “No está bien tomar
el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”.
Ella respondió: “¡Y sin embargo,
Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”.
Entonces Jesús le dijo: “Mujer,
¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó
curada.
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