Evangelio según
San Mateo 23,13-22.
Comentario por: David Quiroa
“¡Ay de ustedes, guías ciegos…!”
Es muy malo que una persona lleve a otra
por el camino del mal. Pero es peor aún que lo haga haciéndole creer que hace
algo bueno.
La responsabilidad de los pastores de la
Iglesia y todos los que colaboran
con ellos es muy grande. Porque ya no se trata solo de la salvación
de sus almas, que es muy importante, sino también de la salud espiritual
de los que los siguen.
Desde el sacristán que mientras barre el
templo se inclina ante el Santísimo, es pastor para cualquiera que lo
vea que lo imita, hasta el obispo que con sus palabras lleva a sus ovejas
por donde cree más conveniente.
Por eso al fiel le toca obedecer.
Porque el que obedece a su pastor, obedece al pastor de su pastor, y
finalmente al Papa y a Cristo mismo. Y el que dirige, ¡mucho cuidado!
Porque sobre su cuello pesan las almas que por su acción se salvan o se
condenan.
El ejemplo de hoy: Santa Mónica, madre de San Agustín. Consigue la
conversión de su esposo, su suegra y su hijo armándose de infinita
paciencia: “Cuando él grita, yo me callo” era su fórmula, que sigue siendo
efectiva hoy.
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Evangelio según San Mateo 23,13-22.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: ‘Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale’! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?
Ustedes dicen también: ‘Si se jura
por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que
está sobre el altar’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el
altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es
jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es
jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por
el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
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