domingo, 26 de agosto de 2012


Evangelio según San Juan 6,60-69. 

Comentario por: David Quiroa

“¿También ustedes quieren irse?”

El valor más grande que nos ha dado Dios es nuestra libertad de elección.
Los ángeles son poderosos y eternos, pero no pueden elegir ni cambiar de decisión: los ángeles caídos que siguen a Satanás seguirán siendo malos eternamente, porque no pueden arrepentirse y cambiar.

Dios llama a los Doce personalmente y aún así les ofrece la elección de quedarse o irse, según sea su voluntad. Desde su Resurrección, Jesús nos llama a todos, pero nos deja decidir si aceptamos la llamada o no.  Eso lo hace porque nos quiere, porque aunque en nuestra vida hayamos sido malos, en cualquier instante podemos cambiar y salvarnos.

El ejemplo de hoy: Santa Agnes. Usaba sus habilidades como administradora para ganar mucho y darle mucho a los pobres, quedándose sin nada para ella.

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Evangelio según San Juan 6,60-69. 

Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”. 

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”.

En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.

Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. 

Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”. 

Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. 

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