lunes, 13 de agosto de 2012


Evangelio según San Mateo 17,22-27. 

Comentario por: David Quiroa

Para no escandalizar

Hoy en día nadie se preocupa del escándalo. Es más, pareciera que todo el mundo lo busca. Desde las revistas que se dedican a eso, hasta los chismes de oficina, todo el mundo pareciera estar tratando de sacarle raja al cualquier defecto ajeno para divertirse, o peor aún, para imitarlo.

Jesús siempre se opuso a eso. Incluso cuando curaba a alguien, pedía que no se dijera, que nadie se enterara.  Porque el chisme es malo, aunque sea de cosas buenas, no digamos de cosas malas.

El Señor no estaba obligado a pagar el impuesto, pero para que no se levantaran murmuraciones, manda a pagarlo. Nosotros tenemos muchas cosas buenas y malas que es mejor que no se sepan. Y nos enteramos de cosas que también es mejor que no se sepan. No se trata de ocultar la verdad, se trata de que la gente no murmure, no saque conclusiones equivocadas y no peque por culpa nuestra.

El ejemplo de hoy: San Estanislao de Kotska. Como muchos, se hizo santo haciendo bien las cosas sencillas. Al preguntarle cómo agradar a la Virgen decía: “Ofrecerle pequeños homenajes, pero no dejar nunca de ofrecérselos”.

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Evangelio según San Mateo 17,22-27. 

Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:  lo matarán y al tercer día resucitará”. Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?”.

“Sí, lo paga”, respondió.
Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?”.

Y como Pedro respondió: “De los extraños”, Jesús le dijo: “Eso quiere decir que los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti”. 

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