Evangelio según San Juan 6,1-15.
Comentario por: David Quiroa
“¿Qué es esto para tanta gente?”
Lo mismo nos preguntamos
nosotros al ver nuestras limitadas capacidades y la gran necesidad que sufren
tantas personas. ¿Qué puedo hacer yo con tan poquito?
La verdad es que solos, no
podemos hacer nada. Pero entregando nuestras pequeñas miserias al Señor para
que Él las reparta, se pueden alimentar millones. La Iglesia Católica, en el nombre y por la
gracia de Dios, alimenta miles de personas en el mundo, gracias a pequeñísimos
aportes de muchos fieles.
Aunque las matemáticas no
cuadren, dar un poquito es mucho cuando se ofrece de buena gana al Señor. No
hay que desesperarse, porque aunque no sabemos cómo, Dios puede alimentar a
cientos con ese poquito que nosotros damos.
El ejemplo de hoy: Santa Marta. Amiga de Jesús y hermana de
Lázaro, fue de las primeras en ofrecerse al servicio del Señor desde sus
humildes oficios diarios.
---------------
Evangelio
según San Juan 6,1-15.
Después de
esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía
una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió
a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba
la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar
los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde
compraremos pan para darles de comer?”.
El decía
esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le
respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un
pedazo de pan”.
Uno de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
“Aquí hay
un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para
tanta gente?”.
Jesús le
respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron
y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó
los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo
hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando
todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos
que sobran, para que no se pierda nada”.
Los
recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco
panes de cebada.
Al ver el
signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Este es, verdaderamente, el
Profeta que debe venir al mundo”.
Jesús,
sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo
a la montaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario