martes, 24 de noviembre de 2015

“Cuando oigan hablar de guerras, no se alarmen” (Lc 21,5-11.)

Evangelio según San Lucas 21,5-11.
Comentario por David Quiroa

“Cuando oigan hablar de guerras, no se alarmen” 

Uno de los rumores más recientes es que todas las acciones del Estado Islámico están destinadas a provocar una guerra mundial apocalíptica.  No es la primera vez que alguien se inventa una cosa así, ni será la última.  Aunque fuera cierto, que no lo es, muchas otras cosas tendrían que pasar para que estuviéramos a las puertas de la Segunda Venida de Cristo. 

Cuando Jesús nos habla de “estar preparados”, no se trata de salir corriendo como gallina sin cabeza. La preparación que nos pide Dios es como cuando llevamos inflada la llanta de repuesto del carro, tenemos a mano el cargador del celular o llevamos una moneda extra para el bus. Es una preparación serena, un “por cualquier cosa”, no una alarma angustiosa.

El Adviento es un tiempo para prepararse, hacerle servicio al alma y recargar la batería del corazón. No es para volverse locos y mucho menos para hacerle caso a los falsos profetas.


Hoy celebramos a San Andrés Dung Lac y 117 compañeros mártires: Los mártires son ejemplo perfecto de la preparación evangélica. Ellos estuvieron listos para entregar su vida en cualquier momento, les tocó y se fueron directo al cielo. Exactamente igual debemos hacer nosotros.

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Evangelio según San Lucas 21,5-11.

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
“De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”.

Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”.

Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.


Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.”

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