sábado, 24 de octubre de 2015

“¿Eran más pecadores?” (Lc 13,1-9.)

Evangelio según San Lucas 13,1-9.
Comentario por David Quiroa

“¿Eran más pecadores?” 

Desde hace siglos anda la creencia de que la gente que sufre en este mundo es porque algo malo han hecho. Así pensaban los judíos de los muertos en el accidente de Siloé y así piensa la gente hoy de los pobres, los presos y los desempleados.

Jesús aclara que Dios no actúa así.  Si acaso, es al contrario.  A la persona que no ha dado frutos le da nuevas oportunidades, mientras permite el sufrimiento de los justos.  Dios no busca el sufrimiento ni el progreso material, eso no es importante. Lo que quiere es la conversión.

A algunos la conversión les llega por la vía del sufrimiento, a otros por el progreso material. Y a otros, lamentablemente, no les llega nunca.  Lo que nos debe preocupar no es cuánto dinero tenemos en el banco, sino qué tan cerca estamos de la conversión hacia Dios.


El Rosario no es para los santos, sino para los pecadores: La gente cree que el que se pasa rezando rosarios es un santito. Hay sin duda santos que rezan, pero el mayor beneficio de la oración repetida es para los pecadores. A mayor pecado, más necesidad tenemos de conversión, de oración y de súplica.  Más necesidad tenemos del Rosario.

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Evangelio según San Lucas 13,1-9.

En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.

Él les respondió: “¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.

¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”.

Les dijo también esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.

Dijo entonces al viñador: ‘Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?’.


Pero él respondió: ‘Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás’”.

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