miércoles, 30 de septiembre de 2015

“El Hijo del hombre no tiene” (Lc 9,57-62.)

Evangelio según San Lucas 9,57-62.  
Comentario por David Quiroa

“El Hijo del hombre no tiene” 

La mayor limitación para la santidad, es el deseo de tener.  Tener cosas, tener amigos, tener un futuro… Todas esas cosas nos atan a la tierra y nos impiden ver más lejos, ver hacia Jesús, hacia el Reino de Dios.

En este fragmento del Evangelio, el Señor “se queja” de no tener ni dónde poner la cabeza, pero es una queja retórica. Dios es dueño de todo, Él podría convertir las piedras en panes y en almohadas; pero lo que nos quiere decir es que nada de eso es importante: Pudiendo tener todo, el Hijo de Dios elige no tener nada.

Y allí está la clave: en la elección. La pobreza por sí misma no es virtud, es producto de las circunstancias. La virtud está en renunciar a propósito a lo que se posee legítimamente, a cambio Reino de Dios.  ¿Estamos dispuestos a dejar la comodidad por el bien de otros? Eso hizo Dios.

El ejemplo de hoy, San Jerónimo: Hombre de gran inteligencia, renuncia a una vida próspera a cambio de traducir las Escrituras al latín.  Su trabajo sigue siendo la base de cuanto sabemos hoy sobre Dios.

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Evangelio según San Lucas 9,57-62.

Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: “¡Te seguiré adonde vayas!”.

Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.

Y dijo a otro: “Sígueme”.

El respondió: “Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre”.

Pero Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios”.

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos”.


Jesús le respondió: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

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