Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Comentario por David Quiroa
“Una mujer cananea”
Los cananeos eran entonces lo que hoy
llamaríamos “infieles”, gente de otro pueblo, perteneciente a otra religión,
adoradores de otros dioses. Por eso se
entiende la negativa inicial de Jesús a atenderla.
Pero aquélla mujer está pidiendo a
Dios un exorcismo. El demonio no respeta religión y aún hoy los exorcistas
católicos aceptan tratar a cualquier persona de cualquier religión si se les
pide. Cualquier católico puede orar para
librar del demonio a cualquier persona, sin distinción de religión.
Lo que haya pasado después con
aquélla mujer y su hija no es materia que interese al evangelista, sólo sabemos
que la hija quedó curada, demostrando claramente que sólo hay un Dios y que
tiene pleno poder contra los demonios.
El ejemplo de hoy, Beato Federico
Janssoone: Franciscano
dedicado principalmente a la oración, desde su misión orante consiguió confortar
a los soldados envueltos en la guerra, realizar importantes negociaciones
diplomáticas y promover el culto al Santísimo.
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Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al
país de Tiro y de Sidón.
Entonces una mujer cananea, que
procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de
mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”.
Pero él no le respondió nada. Sus
discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue
con sus gritos”.
Jesús respondió: “Yo he sido enviado
solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.
Pero la mujer fue a postrarse ante él
y le dijo: “¡Señor, socórreme!”.
Jesús le dijo: “No está bien tomar el
pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”.
Ella respondió: “¡Y sin embargo,
Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”.
Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué
grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó
curada.
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