martes, 1 de abril de 2014

“No vuelvas a pecar” (Jn 5,1-3a.5-16)

Evangelio según San Juan 5,1-3a.5-16.
Comentario por David Quiroa


 “No vuelvas a pecar” 

Existen diez mandamientos y tenemos obligación de confesarnos una vez al año. ¿Es realmente posible no volver a pecar? Sí y no.

El ser humano es naturalmente pecador. Pero hay diferencia entre el pecado deseado y el pecado cometido por debilidad. Es muy difícil combatir la naturaleza humana, pero es posible y relativamente fácil dejar de desear el mal.

Dejar de pecar empieza con el desprendimiento de las cosas materiales, dejar el deseo de tener más fama, más fortuna o más placer. Luego por el lado positivo, desear el bien nos acerca cada vez más a Dios. Con esas dos cosas es posible alejarse del pecado, aún cuando nuestra debilidad nos haga volver a pecar.

El ejemplo de hoy, San Hugo: Admirado por cinco papas, Hugo lloraba sus pecados como si fueran gravísimos y pedía perdón incluso por los que ni recordaba.

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Evangelio según San Juan 5,1-3a.5-16.

Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.

Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.

Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres curarte?”.

El respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”.

Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”.

En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”.

El les respondió: “El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y camina’“.

Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y camina?’“.

Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.

Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía”.

El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.   

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