Evangelio según San Juan
5,1-3a.5-16.
Comentario por David Quiroa
“No
vuelvas a pecar”
Existen diez mandamientos y tenemos
obligación de confesarnos una vez al año. ¿Es realmente posible no volver a
pecar? Sí y no.
El ser humano es naturalmente pecador.
Pero hay diferencia entre el pecado deseado y el pecado cometido por debilidad.
Es muy difícil combatir la naturaleza humana, pero es posible y relativamente
fácil dejar de desear el mal.
Dejar de pecar empieza con el
desprendimiento de las cosas materiales, dejar el deseo de tener más fama, más
fortuna o más placer. Luego por el lado positivo, desear el bien nos acerca
cada vez más a Dios. Con esas dos cosas es posible alejarse del pecado, aún
cuando nuestra debilidad nos haga volver a pecar.
El ejemplo de hoy, San Hugo: Admirado
por cinco papas, Hugo lloraba sus pecados como si fueran gravísimos y pedía
perdón incluso por los que ni recordaba.
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Evangelio según San Juan
5,1-3a.5-16.
Se celebraba una fiesta de los judíos y
Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en
Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y
lisiados, que esperaban la agitación del agua. Había allí un hombre que estaba
enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía
tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres curarte?”.
El respondió: “Señor, no tengo a nadie
que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo
voy, otro desciende antes”.
Jesús le dijo: “Levántate, toma tu
camilla y camina”.
En seguida el hombre se curó, tomó su
camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que
acababa de ser curado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”.
El les respondió: “El que me curó me
dijo: ‘Toma tu camilla y camina’“.
Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese
hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y camina?’“.
Pero el enfermo lo ignoraba, porque
Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo
y le dijo: “Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán
peores cosas todavía”.
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