Evangelio según San Lucas 1,5-25
Comentario por: David Quiroa
“Por no haber creído”
Entre los personajes de Navidad, hoy
nos encontramos a Zacarías, “justo a los ojos de Dios”, quien a pesar de eso se
resiste a creer que el Señor viene en camino.
La verdad, no hace falta ser ateo ni
infiel para que nos entren dudas sobre la salvación que el Señor nos ofrece. Es
entonces cuando se impone la fe y la paciencia (como la de Zacarías) para
esperar a que se cumpla lo que Dios ha prometido, aún sufriendo problemas y
dificultades.
El Señor siempre cumple. A veces
tarda, a veces nos impone penitencias, pero al final sus promesas siempre son
cumplidas, sólo hay que saber esperar, como Zacarías, con la boca callada.
El ejemplo de hoy: San
Atanasio. Desterrado cinco veces por defender la fe, nunca perdió la esperanza
y siguió defendiéndola hasta su muerte.
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Evangelio según San Lucas 1,5-25
En tiempos de Herodes, Rey de Judea,
había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel,
era descendiente de Aarón.
Ambos eran justos a los ojos de Dios y
seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Isabel
era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
Un día en que su clase estaba de turno
y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte,
según la costumbre litúrgica, entrar al Santuario del Señor para quemar el
incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía
afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
Entonces se le apareció el Ángel del
Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
Al verlo, Zacarías quedó desconcertado
y tuvo miedo. Pero el Ángel le dijo: “No
temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada.
Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. El será para ti un motivo de gozo y alegría,
y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del
Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde
el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
Precederá al Señor con el espíritu y
el poder de Elias, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los
rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto”.
Pero Zacarías dijo al Ángel: “¿Cómo
puedo estar seguro de esto? Porque yo
soy anciano y mi esposa es de edad
avanzada”. El Ángel le respondió: “Yo soy
Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y
anunciarte esta buena noticia. Te
quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día que sucedan estas cosas, por no
haber creído en mis palabras, que se cumplirán
a su debido tiempo”.
Mientras tanto, el pueblo estaba
esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el
Santuario.
Cuando salió, no podía hablarles, y
todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
Al cumplirse el tiempo de su servicio
en el Templo, regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un
hijo y permaneció oculta durante cinco meses.
Ella pensaba: “Esto es lo que el Señor
ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los
hombres”.
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