miércoles, 12 de diciembre de 2012


Evangelio según San Lucas 1,39-48
Comentario por: David Quiroa



“¡Bendita entre todas las mujeres!” 

Ninguna misión podía ser más importante en todo el universo, que la de ser Madre del Creador.  Y le fue asignada a una mujer extraordinaria, y a la vez extraordinariamente humilde. 

María fue con su prima Isabel a ayudarla. No fue a pasar vacaciones ni a ser servida, que lo merecía y de sobra. Fue como sirvienta gratis, mientras nacía San Juan Bautista.

Y la Virgen sigue cumpliendo ese humilde oficio, sirviéndonos a nosotros, guiándonos hacia Jesús. ¿Qué orgullo podemos tener, cómo podemos negarnos a servir a los demás, si la misma  Madre de Dios lo hace y con cariño?

El ejemplo de hoy: Nuestra Señora de Guadalupe. María le habló a Juan Diego en nahuatl. Y en  ese idioma, “quatlasupe” significa “la que aplasta la serpiente” uno de tantos títulos de Nuestra Señora.

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Evangelio según San Lucas 1, 39-48

En aquéllos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tu eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?  Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,

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