viernes, 9 de noviembre de 2012


Evangelio según San Juan 2,13-22. 
Comentario por: David Quiroa

No hagan de la casa de mi Padre
una casa de comercio” 
                                                                                              
¿Por qué no podemos comprar los dones que Dios regala? ¿No
sería más fácil hacer tal o cual sacrificio y quedar libres de culpa?

Lo que pasa es que  Dios es dueño de todo, no hay nada que nosotros podamos darle que El  no tenga ya, excepto nuestra voluntad, que Él nos regaló antes.

Y por eso es que repetimos “hágase Tu voluntad”, porque sólo cuando nuestra voluntad está en armonía con la Suya, podemos realmente estar en paz.

El ejemplo de hoy: Beatos Luis y María Beltrame. Esposos, vivieron una vida ordinaria de manera extraordinaria, confiando siempre en Dios para resolver los problemas comunes del hogar.

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Evangelio según San Juan 2,13-22. 

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.

Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”.

Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.

Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”. 

Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”.

Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”.

Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado. 

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