Evangelio según
San Marcos 7,31-37.
Comentario por: David Quiroa
“Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”
Aparte de la sordera que conocemos, que
se resuelve fácilmente con lenguaje de señas, hay otra más difícil de
resolver: la sordera del alma.
El ruido del mundo nos hace sordos a la
voz de Dios. Él nos dice que callemos y hablamos, Él nos dice que hagamos una cosa y hacemos lo contrario. Por
eso es bueno hablar con Él, rezar, orar, confesar, decirle nuestras penas,
nuestros pecados y alabanzas para que el ruido del mundo se calle y
oigamos la voz del Señor. Y como el sordomudo salgamos diciendo “todo lo
ha hecho bien”.
El ejemplo de hoy: San Pedro Claver. En tiempos en que la esclavitud era legal, se opuso al sistema llevando consuelo, Evangelio y sacramentos a los esclavos.
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Evangelio según San Marcos 7,31-37.
Cuando Jesús volvía de la región
de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el
territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le
pidieron que le impusiera las manos.
Jesús lo separó de la multitud y,
llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la
lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”,
que significa: “Abrete”.
Y enseguida se abrieron sus oídos,
se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó
insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos
más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho
bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
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