domingo, 9 de septiembre de 2012


Evangelio según San Marcos 7,31-37. 

Comentario por: David Quiroa

“Hace oír a los sordos y hablar a los mudos” 

Aparte de la sordera que conocemos, que se resuelve fácilmente con lenguaje de señas, hay otra más difícil de resolver: la sordera del alma.

El ruido del mundo nos hace sordos a la voz de Dios. Él nos dice que callemos y hablamos, Él nos dice  que hagamos una cosa y hacemos lo contrario. Por eso es bueno hablar con Él, rezar, orar, confesar, decirle nuestras penas, nuestros pecados y alabanzas para que el ruido del mundo se calle y oigamos  la voz del Señor. Y como el sordomudo salgamos diciendo “todo lo ha hecho bien”.

El ejemplo de hoy: San Pedro Claver. En tiempos en que la esclavitud era legal, se opuso al sistema llevando consuelo, Evangelio y sacramentos  a los esclavos.

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Evangelio según San Marcos 7,31-37. 

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.

Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Abrete”.

Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. 

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