Evangelio según
San Mateo 22,1-14.
Comentario por: David Quiroa
“Muchos son llamados”
Jesús nos describe el proceso que
utiliza para llevar personas a Su presencia.
Primero está el llamado especial,
dirigido a sus amigos especiales. Luego el llamado universal, dirigido “a
buenos y malos”. Y finalmente, la selección de los que son dignos de estar en
Su presencia y el rechazo de los que no lo son.
La respuesta de nosotros puede ser como
la de los primeros, que prefirieron dedicarse a lo suyo o rechazar de plano la
llamada. Como la de los segundos, que ven la oportunidad y la
aprovechan, o como la de los terceros, que viendo la oportunidad no se preparan
adecuadamente y son rechazados.
La mayoría de nosotros somos como los
segundos, que recibimos la llamada universal: Dios nos quiere con Él, sólo nos
pide que hagamos nuestro mejor esfuerzo por ser dignos de su llamada.
Cuando los sirvientes fueron a invitar a los cruces de los caminos no podían
pretender que todos fueran vestidos de fiesta, pero sí que cada quien se
pusiera lo mejor que tuviera para ir con el Señor. A nosotros, Dios nos pide
hacer nuestro mejor esfuerzo y sólo rechaza a los que no ponen de su parte para
estar con Él.
El ejemplo de hoy: Santa Rosa de Lima, primera santa de América. Al
sentir el llamado del Señor, se recluye a sí misma, rechaza todo lo
mundano y dedica su vida al servicio de Dios y los pobres.
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Evangelio según San Mateo 22,1-14.
Jesús les habló otra vez en
parábolas, diciendo:
“El Reino de los Cielos se parece
a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus
servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De
nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi
banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores
animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y
envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su
ciudad. Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado,
pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los
comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. ‘Amigo,
le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en
silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y
arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’. Porque
muchos son llamados, pero pocos son elegidos”.
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