miércoles, 22 de agosto de 2012


Evangelio según San Mateo 20,1-16a.

Comentario por: David Quiroa

“Quiero dar al último lo mismo que a ti”

Hoy hace 8 días, celebrábamos la Asunción de María: La madre de Jesús sube al cielo en cuerpo y alma por el poder del Señor y el por inmenso amor que Él le tiene.

Exactamente el mismo trato nos ofrece Dios a nosotros: Que algún día resucitaremos en cuerpo  y alma, para reunirnos con Él en Su Reino. 

De eso habla hoy el Evangelio: Aunque la Santísima  Virgen nos precedió en este viaje, aunque ella tuvo  que soportar el dolor de ver morir a Su hijo, aunque  ella lleva 20 siglos reinando y acompañándonos en nuestra jornada, Dios quiere pagarnos a nosotros, indignos pecadores, con la misma moneda: “Si somos constantes reinaremos con Él”, (2 Tim,2-12)   ¡Qué grande es Su amor!

El ejemplo de hoy: Santísima Virgen María, Reina. La madre del Rey, es Reina. Y nosotros, hijos e hijas suyos, somos príncipes y princesas, herederos de Su Reino, no por nuestros méritos, sino por el amor del Padre.

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Evangelio según San Mateo 20,1-16a. 

Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.  Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. 

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,  les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’.  Y ellos fueron.

Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. 

Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’.  Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. 

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. 

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cads uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’.

El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?  Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.  ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. 

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.

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