Evangelio según San Lucas 21, 5-11
Comentario por: David Quiroa
En medio de las más terribles
profecías de nuestro Señor, se esconde una frase: “No se alarmen”. ¿Cómo no va uno a alarmarse entre guerras, terremotos
y otros fenómenos aterradores?
Ya nos lo ha dicho el Señor
varias veces: hay que estar preparados.
Y prepararse no es más que portarse bien, seguir los mandamientos,
ayudar a los pobres y dar “aunque sea un vaso de agua”.
¿A quién no le asusta la muerte
y la destrucción? Justamente, al que no tiene nada que perder y sí mucho que
ganar el día que el Señor venga o lo llame a Su presencia.
El ejemplo
de hoy: Beato Raimundo. Quiere conocer a Dios por medio de la ciencia, logra
llevar su método a las aulas
universitarias y ante su fracaso reconoce que a Dios solo se conoce por el
amor.
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Evangelio según San Lucas 21, 5-11
Y como algunos, hablando del Templo,
decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
“De todo lo que ustedes contemplan, un
día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”.
Entonces le preguntaron: “Maestro,
¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?
Jesús respondió: “Tengan cuidado, no
se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’,
y también: “El tiempo está cerca’. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra
antes, pero no llegará tan pronto el fin”.
Después les dijo: “Se levantará nación
contra nación y reino contra reino.
Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
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