Evangelio
según San Lucas 11,15-26.
Comentario por: David Quiroa
“Un reino donde hay luchas internas va a la ruina”
Para vivir en paz, no hay nada más
importante que la coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se
hace. Hasta los malos tienen que estar de acuerdo para prosperar, cuánto más
nosotros que decimos creer, creemos, pero no siempre actuamos como creyentes.
Hay que dejar ya esa separación entre la
fe que profesamos y la vida que vivimos. Si digo creer en Dios, tengo que creer
que lo que El dice es cierto y me conviene. Si digo creer en la Iglesia, basta
de buscarle errores e interpretaciones a sus enseñanzas.
Dios nos da libertad para creer lo que
queramos, pero nos advierte: si no somos coherentes y constantes, terminaremos
peor que al principio.
El ejemplo de hoy: Santa Narcisa. Joven ecuatoriana que aunque nunca profesó
votos religiosos, hizo votos privados que
cumplió siempre a cabalidad, sin que nadie se lo exigiera, excepto
ella misma.
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Evangelio según San Lucas 11,15-26.
Pero algunos de ellos decían: “Este
expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios”. Otros,
para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les
dijo: “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una
sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su
reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de
Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué
poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a
ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado
hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si
viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y
reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí;
y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando el espíritu impuro sale de un
hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo,
piensa: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Cuando llega, la encuentra
barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores
que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que
al principio”.
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