viernes, 17 de agosto de 2012


Evangelio según San Mateo 19,3-12. 

Comentario por: David Quiroa

El que se divorcia y se casa con otra, 
comete adulterio” 

Más claro no se puede decir. Pero las leyes de los hombres se retuercen tanto que termina pareciendo que dice otra cosa, por la dureza de nuestro corazón.

Las leyes de Dios son simples y claras:  No robar, no mentir, no matar, no cometer adulterio... Cuando sentimos que no entendemos lo que realmente quieren decir es porque estamos interponiendo nuestros deseos malos en el camino de Dios. 

El ejemplo de hoy: San Beatriz de Silva. De noble familia, acosada por los nobles para casarse, hizo voto de castidad y fundó la orden de monjas de la Inmaculada Concepción: como dice el Evangelio de hoy, “hay quienes decidieron no casarse por el Reino de los Cielos”.

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Evangelio según San Mateo 19,3-12. 
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?”.

El respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?  De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.

Le replicaron: “Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?”.

El les dijo: “Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio”.

Los discípulos le dijeron: “Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse”.

Y él les respondió: “No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!”.

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