Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Comentario por David Quiroa
“Felices los que lloran, porque reirán”
Jesús nos está hablando de la vida
eterna y sin embargo, qué precisas son sus palabras en esta vida mortal. A las
carcajadas de la parranda siempre sigue la agonía de la resaca, entre más
fastuosa es la boda, más ingrato es el matrimonio, cuanto más duele la
enfermedad, más se aprecia el alivio.
¿Y qué puede hacer uno si Dios lo
bendijo con una vida acomodada?
Compartir. “Dar hasta que duela”, decía la Madre Teresa. No se trata de
entregar lo que sobra, como si fuera sacar la basura. Es dar lo que falta, conscientes
que estamos guardando un tesoro en el Reino de los Cielos.
Y por lo demás, mucha moderación. Jamás
disfrutar del sufrimiento ajeno, porque eso se paga. Vivir alegres por hacer el
bien, llorar mucho por el mal y por el bien omitido. Honores, pocos y sólo si
son muy merecidos. Recordar que cada alegría trae su tristeza y cada aflicción
lleva adentro la semilla de la esperanza.
El ejemplo de hoy, Santa María de la
Cabeza: Esposa de San
Isidro Labrador, no se le conoce más mérito que ser humilde y hacendosa, fiel
esposa de su marido. ¿Y qué más hace falta para ser santo?
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Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los
pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten
y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes
será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los
profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay
de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de
ellos trataban a los falsos profetas!»
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