jueves, 10 de septiembre de 2015

“Den y se les dará” (Lc 6,27-38.)

Evangelio según San Lucas 6,27-38.  
Comentario por David Quiroa

“Den y se les dará” 

El Evangelio de hoy nos presenta un largo discurso de Jesús lleno de máximas sobre la reciprocidad de Dios sobre los que se sacrifican por los demás.  Es poco probable que el Señor haya  soltado un discurso así de una sola vez, quizás es más probable que los que lo escucharon hablar varias veces hayan reunido en un solo texto las ideas de Cristo sobre este tema.

Todas las ideas son coherentes y completamente contrarias a la lógica humana.  Por instinto uno quiere golpear al que lo golpea, guardar para tener, prestarle sólo al que le va a pagar. Pero Dios nos insta a ser generosos y pacientes.  No dice que el agresor se va a quedar tan tranquilo ni que el deudor nos va a pagar. Dice que el pago vendrá de otro lado, de Dios que todo lo ve y todo lo recompensa.

Es muy difícil adaptarse a pensar de una manera contraria al instinto.  Pero eso es lo que nos diferencia de los animales. Eso es lo que nos hace hijos de Dios.


El ejemplo de hoy, San Nicolás de Tolentino: Cuando descubría la culpa en otra persona, se imponía a sí mismo la penitencia. El día de su muerte dijo “no me encuentro ninguna culpa, pero no por eso me siento justificado”.

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Evangelio según San Lucas 6,27-38.

Jesús dijo a sus discípulos:

«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.

Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.

Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.

Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.


Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».

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