domingo, 6 de septiembre de 2015

“Cuanto más insistía, más ellos lo proclamaban” (Mc 7,31-37.)

Evangelio según San Marcos 7,31-37.
Comentario por David Quiroa

“Cuanto más insistía, más ellos lo proclamaban”

Solemos imaginarnos la predicación de Cristo como tres años de extremada solemnidad y discursos profundos.  Pero en realidad, el anuncio de las buenas noticias es más como una fiesta llena de juegos y complicidad.

Hoy vemos a Jesús devolviéndole la audición a una persona y éste hablando como loco de las maravillas del Señor. Jesús diciéndoles que no lo cuenten y ellos cantándolo a diestra y siniestra.

El Reino de Dios y la vida eterna son cosas muy serias, pero no hay razón para pasarse la vida entera con cara de funeral. La mayoría del tiempo el Reino de Dios se trata de amar, hacer el bien y ser feliz.

El ejemplo de hoy, San Zacarías, profeta del Antiguo Testamento: Una de las profecías más conocidas del AT viene de Zacarías 9,9: “Alégrate, hija de Sión”, cuando profetiza la entrada a Jerusalén del nuevo Rey, montado en un borrico.

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Evangelio según San Marcos 7,31-37.

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.

Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.

Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.

Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Abrete”.

Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.


Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban  y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

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