martes, 1 de enero de 2013


Evangelio según San Lucas 2,16-21
Comentario por: David Quiroa

“Encontraron a María, a José, y al recién nacido” 

El concepto de “Madre de Dios” es confuso para muchos.  Unos llegan a creer que convierte a Santa María en “diosa”, precedente y superior a Dios, pero no es así.

Decir que María es “Madre de Dios” no le agrega nada a Nuestra Señora, sino sólo explica la naturaleza humana y divina de Jesús. Nadie duda que María sea madre de Jesús-Hombre.  Pero como Jesús es Dios y Hombre a la vez, María  obligatoriamente TAMBIÉN es Madre de Jesús-Dios.

Al llamar a María “Madre de Dios” no buscamos alejarla al panteón del Olimpo, sino al contrario, acercar a nosotros la humanidad de Dios. Él se hizo pequeño para vivir nuestra vida y sufrir lo que nosotros sufrimos, para que nosotros podamos, como Él, ser parte de la eternidad del cielo.


El ejemplo de hoy: Santa Madre de Dios: al ser Madre de Jesús, y ser Jesús nuestro hermano,  ella también es Madre Nuestra, a la que podemos imitar y pedir con confianza.

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Evangelio según San Lucas 2,16-21

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en un pesebre.

Al verlo, contaron lo que habían oído decir de este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.

Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.

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