Evangelio según San Mateo 15,29-37
Comentario por: David Quiroa
“Todos comieron hasta saciarse”
Según nosotros, los problemas del
mundo no tienen solución: El hambre, la
delincuencia, las guerras, todo parece tan enorme que suponemos que jamás habrá suficiente para alimentar a tan grande muchedumbre.
Jesús en cambio se limita a bendecir
unos pocos panes y al repartirlos entre todos, sobra.
¿Cuándo fue la última vez que
bendijimos nuestro pan, nuestro trabajo, nuestra buena fortuna? Quizás una de
las razones por las que nada nos alcanza es porque no se lo ofrecemos a Dios ni
compartimos los frutos con los demás.
El ejemplo de hoy: San Sabas.
Despreciado como niño, obtuvo educación de unos monjes y llegó a ser jefe de
todos los monjes de Tierra Santa.
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Evangelio según San Mateo 15,29-37
Desde allí, Jesús llegó a orillas del
mar de Galilea y, subiendo a una montaña, se sentó.
Una gran multitud acudió a él, llevando
paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a
sus pies y él los curó.
La multitud se admiraba al ver que los
mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los
ciegos recobraban la vista. Y todos
glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus discípulos
y les dijo: “Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo
y no tienen qué comer. No quiero
despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino”.
Y los discípulos le dijeron: “¿Y dónde
podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para
saciar a tanta gente?”
Jesús les dijo: “¿Cuántos panes
tienen?”.
Ellos respondieron: “Siete y unos
pocos pescados”.
El ordenó a la multitud que se sentara
en el suelo; después tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y
los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse, y con
los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
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