lunes, 10 de diciembre de 2012


Evangelio según San Lucas 5,17-26
Comentario por: David Quiroa

 “¿Quién puede perdonar los pecados?” 

Como bien sabemos, los milagros fueron hechos para que la gente crea (Jn 20,30-31). Lo importante no es el milagro en sí, que sólo beneficia a una persona, sino creer en lo que ha dicho el que hace el milagro.

Y Jesús dijo “tus pecados te son perdonados”. Eso significa dos cosas: Una, que Jesús es Dios, y la segunda, que puede perdonar los pecados.

Es tan importante que nosotros creamos esto, que Dios hace caminar al paralítico instantáneamente. Creyendo que Jesús es Dios y que puede perdonarnos, podemos enderezar nuestra vida y eventualmente, alcanzar la salvación.

El ejemplo de hoy: Santa Eulalia de Mérida: A los trece años fue martirizada por negarse a renunciar a su fe. Para que creamos que los niños también son capaces de tener fe.

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Evangelio según San Lucas 5,17-26

Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de  Galilea, de Judea y de Jerusalén.  La fuerza  del Señor le daba poder para curar.

Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla, y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús. Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con una camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.

Al ver su fe, Jesús le dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”.  Los escribas y fariseos comenzaron a preguntarse: “¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”.

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados te son perdonados’ o
‘Levántate y camina’?.

Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”.

Inmediatamente, se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.

Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: “Hoy hemos visto cosas maravillosas”.

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