domingo, 2 de diciembre de 2012


Evangelio según San Lucas 21,25-28.34-36
Comentario por: David Quiroa

 “Oren incesantemente” (Lc 21,25-28.34-36)

Lo que para el mundo es el inicio de la temporada navideña, para el creyente es una época de oración.

Pero no se trata de una oración angustiosa sino por el contrario, una oración feliz, centrada en la esperanza del regreso de Cristo a esta tierra.

Ese regreso debe sentirse como el retorno de un amigo que viene a pasar la Navidad con nosotros  y a poner el orden en la casa. A ese amigo es al que le decimos “¡Ven!” y lo esperamos con la cena servida y un cuarto preparado para que se quede y no se vaya nunca más.

El ejemplo de hoy: Santa Bibiana. Asesinaron a sus padres para quitarles su patrimonio y a ella la querían obligar a negar su fe, pero resistió hasta el fin.

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Evangelio según San Lucas 21, 25-28.34-36

Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.

Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.

Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y gloria.

Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”.

Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.

Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

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