martes, 4 de diciembre de 2012


Evangelio según San Lucas 10,21-24
Comentario por: David Quiroa

 “Muchos reyes quisieron” 

¿Cuál es la verdadera riqueza?  Uno realmente es rico cuando tiene lo que desea y no desea nada más, pero eso no depende de cuánto dinero se tenga sino de cuánto se desee.

La verdadera satisfacción no viene de tener muchas cosas, sino tener lo esencial. Y eso esencial es el pan de cada día y la palabra del Señor.  Lo que Dios revela al hombre supera con creces los anhelos de los más grandes científicos y de los más opulentos millonarios, de reyes y de profetas.

Y eso Dios lo revela a los pequeños, a los sencillos, a los que no quieren más que eso: el pan de cada día y el pan espiritual de la palabra del Señor.

El ejemplo de hoy: Santa Bárbara. Encerrada por su fe, aprovechó su encierro para acordarse más de Dios.

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Evangelio según San Mateo 8,5-11

En aquél momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre,  como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos  profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen  y no lo oyeron!”.

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