jueves, 27 de diciembre de 2012


Evangelio según San Juan 20,2-8
Comentario por: David Quiroa

“Pedro y el otro discípulo” 

En los Evangelios se refieren a Juan como “el discípulo al que Jesús amaba”.  Fue el que se sentó a su lado en la última cena,  el que reposó su cabeza en el pecho del Señor y el único que no fue martirizado.

Y con tanto amor demostrado hacia él, no fue Juan el elegido para ser líder de la Iglesia, sino Pedro.  No sabemos por qué Dios lo quiso así, pero nos demuestra  que el amor no se expresa con cosas materiales, con influencias, ni con puestos elevados. 

El Señor nos ama, eso no podemos dudarlo, aunque no nos diera las cosas que le pedimos.

El ejemplo de hoy: San Juan Apóstol, uno de los “hijos del trueno”, vanidoso y de mal humor, que cambó radicalmente al recibir el Espíritu Santo.
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Evangelio según San  Juan 20,2-8

Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.

Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.

Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.

Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.  Después llegó Simón Pedro, que lo seguía y entró en el  sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. 

Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.  

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