Evangelio según San Juan 20,2-8
Comentario por: David Quiroa
“Pedro y el otro discípulo”
En los Evangelios se refieren a Juan
como “el discípulo al que Jesús amaba”.
Fue el que se sentó a su lado en la última cena, el que reposó su cabeza en el pecho del Señor
y el único que no fue martirizado.
Y con tanto amor demostrado hacia él, no
fue Juan el elegido para ser líder de la Iglesia, sino Pedro. No sabemos por qué Dios lo quiso así, pero
nos demuestra que el amor no se expresa
con cosas materiales, con influencias, ni con puestos elevados.
El Señor nos ama, eso no podemos
dudarlo, aunque no nos diera las cosas que le pedimos.
El ejemplo de hoy: San Juan
Apóstol, uno de los “hijos del trueno”, vanidoso y de mal humor, que cambó
radicalmente al recibir el Espíritu Santo.
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Evangelio según San Juan 20,2-8
Corrió al encuentro de Simón Pedro y
del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro
al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Pedro y el otro discípulo salieron y
fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro
discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas
en el suelo, aunque no entró. Después
llegó Simón Pedro, que lo seguía y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y
también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas,
sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que
había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
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